Atención,este escrito rompe con la linea general de tema que lleva este blog, lo se. Pido a quienquiera que lo lea que no se decepcione,que siga leyendo, y que quizás encuentre algo útil. Y si, no creo en dioses ni nada por el estilo. Si alguna vez escribo sobre Thor u Odin y demases, es porque me atrae como mitología y conjunto de historias, además de darme un marco cómodo y agradable de escritura. Parte primera de un cuento/ensayo sobre religión en tiempos modernos. Disfruten:"
Cristian era un chico normal. Hacía todas las cosas que hacían los chicos de su edad. Se juntaba con sus amigos, asistía eventualmente a fiestas y cumpleaños, iba a la peluquería con regularidad, leía su Libro Sagrado todas las noches, y concurría a la Iglesia a escuchar los sermones donde relataban las andanzas y enseñanzas del profeta de su religión: Julús. Realmente disfrutaba de ir al templo, donde conocía a toda la gente que lo frecuentaba, y ellos lo conocían a él. Nadie nunca hacia nada estúpido, inesperado e incorrecto, y nadie nunca esperaba que él hiciera algo estúpido, inesperado o incorrecto. Esta monotonía lo hacía sentir seguro, tranquilo. Incluso estaba empezando a interesarse por una muchacha. Una dulce jovencita, prudente, estable y correcta, que también iba a la Iglesia. Y parecía que ella se interesaba en él también, pues la había pescado varias veces mirándolo, y apenas él posaba sus ojos celestes sobre los suyos, ella se sonrojaba y miraba para otro lado.
Realmente su vida era buena, y sabía que luego de esta vida, sería aún mejor. Incontables veces había oído como sería el Mucho Más Allá. Y siempre que oía algo sobre este lugar, o lo recordaba, se le ponía la piel de gallina sabiendo de las recompensas que le esperaban ahi por su buen comportamiento. Realmente deseaba que llegara ese día, el dia del Último Final, la llegada del Prudente Redentor, que arrasaría este mundo de la maldad que lo acosaba, esos ingratos e ignorantes infieles, y llenaría los corazones de los Leales con amor, paz y alegría, y los de los Traidores con hierro hirviente, obligándolos a aceptar la verdad de la Salvación, o enviándolos al Pozo Muy Caliente, donde arderían por muchísimos años, hasta estar dispuestos a aceptar la Salvación de buen grado.
Si había algo que le desagradaba, o que lo sacaba de este infalible mundo de seguridad y tranquilidad, eran los Traidores. Por suerte le habían enseñado desde que era muy pequeñito a reconocerlos. Los Traidores son aquellos que en algún momento de sus tristes vidas abandonaron El Camino De La Buena Verdad, y empezaron a adorar a falsos dioses, entes aborrecibles, plagados de complejidades inútiles que solo llevaban a la locura, la muerte, el engaño y sobre todo, a la Gran Mentira. Cristian conocía muy vagamente a la Gran Mentira. Les advertían a todos los Leales sobre ella. Y prohibían, muy sabiamente, que ningún seguidor de Julús supiera mucho de ella, ya que es bien sabido, que saber demasiado de cosas extrañas, nuevas y sospechosas, SIEMPRE te aleja del Camino De La Buena Verdad. El joven entendía esto perfectamente, y como era un buen Leal, y un fiel seguidor de la Iglesia, realmente no lo interesaba saber en que consistía la Gran Mentira. Le llenaba de gozo y alegría saber que nunca caería en sus traicioneras redes. Como bien dijo Julús alguna vez:" El ignorante es puro de corazón y sincero de alma, en cambio, aquellos que se llaman sabios en los asuntos del Mas Acá, son en realidad marionetas del Gran Rojo Malvado, quien acecha en las sombras, esperando para contaminar las virginales mentes de los buenos Leales. Así es joven Leal, que la ignorancia es tu escudo”. Tenía todo el sentido del mundo. Cualquiera que dijese lo contrario no podría tener ni un ápice de sentido común.
Por eso, prefería ignorar estas cosas, y dedicaba la mayor parte de su tiempo a saciar su sed del amor de Julús, leyendo y releyendo el Libro Sagrado, e inundándose de la paz del Prudente Redentor. Le fascinaban sobre todo las partes del Libro en las que Julús y su Fiel Docena (los que habían pasado arrepentidos bajo el portal de la Salvación antes que nadie y sirvieron al Redentor a expandir su sincero amor a través de las tierras de los primitivos Traidores) se dedicaban a tratar con dureza a aquellos que intentaban contaminar las ignorantes e inocentes mentes de los Leales recién Renacidos con patrañas y mentiras, con asquerosos números y palabras inútilmente complicadas, e ideas heréticas e inservibles de "libertad" y "razón". A pesar de todos los artilugios con los que contaban los Traidores para destruir la gran obra de Salvación del buen Redentor, Julús y sus siervos siempre lograban acallar esas irritantes voces de quejas y mentiras. A veces tenían que utilizar la fuerza, o engañar por el bien de la obra de Salvación (la mentira para el bien de la Iglesia es algo totalmente entendible, y recomendable, como sabiamente enseñan a los jovencitos Leales),o utilizar los magníficos poderes que el Buen Señor había puesto en él. Lo interesante era que siempre lo lograba, nunca fallaba. La fe incuestionable e irrevocable de Julús le daba la fuerza para ostentar ese poder, y para hacerlo en el nombre de la gran obra de Salvación. Había que seguir el ejemplo de Julús, sin duda alguna, jamás.
Asi y todo, evitando ganar demasiados conocimientos sobre todo aquello que está Muy Prohibido Para Bien, tuvo un par de encuentros con algunos Traidores. Algunos se dedicaban, de manera sigilosamente asquerosa, de llenarle la cabeza de ideas a los Leales para que abandonen El Camino De La Buena Verdad, susurrando mentiras sobre pruebas, hipótesis, e incluso sobre la tan temida Ciencia. Otros se paraban en las plazas a gritar versos del interminable cántico que es la Gran Mentira, dirigiéndose a la gente común y vulnerable, con frases de "romper las cadenas de nuestras mentes", y "liberar a los jóvenes del desperdicio de sus vidas". Típicas cosas que saldrían de la babosa y ponzoñosa boca de un Traidor. Una mentira atrás de la otra, así como una gota cae atrás de la otra en un poderoso torrente. Cristian no podía sentir otra cosa que no fuera repulsión y odio por estos infames y mediocres imitadores de humanos, de hijos del Buen Señor y hermanos del Prudente Redentor.
Una vez tuvo incluso, la suerte de presenciar el proceso de Salvación de un Traidor. Fue algo mágico y milagroso, sin dudas una obra directamente de la mano del Padre Bueno. El Traidor conocía mucho de la Iglesia, pero según sus propias palabras antes de la Salvación, "aquí solo se decían mentiras que le enajenan el pensamiento al hombre ..." y muchas otras calumnias dignas de un ignorante sirviente inconsciente del Rojo Malvado. El problema es que el hombre común, egoísta y acaparador de lo que el Buen Padre le dio aquí en el Mas Acá, reniega de ofrecerle a la Iglesia los bienes terrenales para que esta pueda mantenerse en pie hasta el retorno del Prudente Redentor. Como bien les inculcaban a los jóvenes Leales, los servidores del Buen Padre, estaban en todo su derecho de reclamar las cosechas terrenales de los hombres comunes, como el pan, el vino, y el dinero, ya que ellos cosechaban a su vez (o intentaban, si no fuera por los Traidores y su Gran Mentira) la fe de las almas de los hombres comunes. Por todo esto, los sabios de la Iglesia estaban en su total derecho de reclamar algunas de las posesiones de este Traidor. Pero para eso había que salvarlo de la Gran Mentira también. Intentaron varias veces de traerlo con nosotros, para que le llenaran el pecho del amor proveniente del Redentor, y lo bañaran bajo la suave lluvia de la Inocencia que enseña el Buen Padre. Pero siempre se negaba, y hasta algunas veces se ponía violento, y gritaba herejías y maldiciones. Sin duda alguna era un alma atormentada, por eso (y porque la Iglesia estaba en necesidad de sus posesiones terrenales) los sabios no se rindieron, y esperaron a que el momento llegara. Y llegó. Hubo una semana en la insípida vida del infiel, en la que su madre (también Traidora) fue reclamada por el Rojo Malvado (es saber popular e indiscutible, que todo Traidor que no abraza la Salvación al momento de morir, no se dirige hacia el Mas Acá, sino al Pozo Muy Caliente). En esa misma semana, la Traidora que llevaba por esposa lo traicionó con otro hombre (los Traidores necesitan de la traición, el engaño y la mentira como un pez necesita el agua, o los Leales a Julús). La Gran Mentira había cobrado su precio y era el momento para mostrarle el Camino De La Buena Verdad…"
Por Valandil (A.C.).