22 de agosto de 2009

Lágrimas de Savia



Ayer caminé por los senderos ancestrales,
mis pies me llevaron hasta el corazon del bosque
conté mis pasos durante un día y muchas noches,
buscando compañia del árbol y los animales.

Encontré a los hijos de la espesura,
bailando descalzos sobre el pasto
con su música y sus voces de faunos,
simples bajo la penumbra púrpura.

A un costado me senté maravillado,
mirando bajo hechizo el baile de hedonismo
asombro y retinencia noté en mi mismo,
ya que entrar ansiaba pero no estaba preparado.

E
n un parpadeo las voces me dejaron,
y la soledad me dió un gentil empujón al sendero
fui sin botas para que mi andar sea mas placentero,
y las hojas bajo mi paso se alegraron.

Vagué ensimismado perdido en mis sentidos,
la caricia del follaje caído me consentía
y en el canto de los que vuelan me perdía,
caminaba soñando,despierto y dormido.

Mis ojos cerrados estuvieron siempre,
pero los robles me llevaron seguro mientras andaba
perdido en su canción primigenia yo estaba,
aún hoy en esa melodía mi ser se pierde.

El cantar de un árbol es algo misterioso,
se siente grave y triste adentro del pecho
o roza la piel sonando sereno y bello,
pero siempre sutil y casi silencioso.

Yo entendí lo que ellos me cantaban,
llamaban a gritos a sus guardianes perdidos
los que buscaron el horizonte ahuyentando los gruñidos,
de las aberraciones que los desterraban.

A corazón partido les dije de mi ignorancia,
que a mi saber eran una leyenda hermosa pero distante
pero con lágrimas de savia amarga me hicieron participante,
y su amargo saber dejó mi existir sin importancia.

Hacía mucho que habían partido,
y su ausencia entre sus hermanos de corteza
habían justificado la ilusión del baile en mi cabeza,
para que maravillado yo busque a los perdidos.

Afligidos se mostraron los robles,
al ver que su justificado intento había fracasado
que mi ser soñador e inocente había olvidado,
el encargo sutil de los apenados árboles.

Un silencio ahogado en pena flotaba,
pude sentir el sentimiento de derrota en ellos
la pena los dejaría secos y sin su cantar tan bello,
supe lo que sería si yo no hablaba.

Asi que les ofrecí mi ayuda,
llenando mi pecho de orgullo di mi palabra
de traer de vuelta a los hijos del bosque a sus casas,
aunque estén bajo la mar o sobre las terribles alturas.

Y hoy estoy aquí sentado contándote,
con cinco docenas de inviernos sobre mi espalda
todavía buscándolos con antorcha y espada,
y los robles aún esperan ver mi estandarte.

Mañana honra mi nombre y salva a los robles!
Ya que estos ojos no pueden ver donde está el horizonte,
camina por mi sobre cada piedra y tras cada monte,
buscando hasta siempre a los hijos de los bosques.

Por Valandil (A.C.)

Heimdall

Heimdall
El Guardián,El Eterno Vigía del Bifrost, El Del Cuerno